“En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados
hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad.”
Efesios 1:5 RV 60.
Contexto histórico.
Efesios fue una carta escrita por el apóstol Pablo durante
su encarcelamiento en Roma entre el año 60 y 62 d.C. Esta carta a diferencia de otras trata sobre los
privilegios y responsabilidades de los que forman parte de la Iglesia, es
decir, del cuerpo de Cristo. La
iglesia es el tema básico de esta carta donde se enfatiza a Cristo como cabeza
y la obligación de la iglesia de llevar a cabo la obra y propósitos de Dios en
este mundo.
Se cree que esta carta fue pensada para que circulara y
fuera enviada a varias iglesias de Asia Menor, algunas de las cuales Pablo
conocía personalmente y otras no, entre ellas Esmirna, Pérgamo, Tiatira y
Sardis. Esta carta no contiene referencias
personales, ni detalles acerca de ministerios específicos, saludos a
determinadas personas ni advertencias ante peligros o problemas específicos.
Éfeso era la capital de la provincia romana de Asia por lo
cual el primer destino de la carta sería lógicamente Éfeso.
Los primeros tres capítulos de Efesios hacen énfasis en la
doctrina, y los últimos tres capítulos se enfocan en la conducta. Es decir,
que la primera mitad es teológica
y la segunda mitad es práctica.
El contenido de esta carta habla sobre la existencia de la
iglesia debido a la gran obra de salvación. Cada persona de la Trinidad estuvo
activa en la obra de la redención de la humanidad. Dios Padre nos escogió
soberanamente para sí de entre toda la humanidad. (1:3-6) basado solamente en
su gracia y amor y para su propia gloria. Su justicia divina ante el pecado del
hombre fue satisfecha mediante el derramamiento de sangre de su propio Hijo en
la cruz, quien pagó el precio y libertó a los elegidos en la cruz. (1:7-12). El
Espíritu Santo aplica la salvación “sellándonos”, lo que muestra nuestra
pertenencia a Él, nuestra total seguridad, y el que la salvación es una
transacción acabada (1:3-14).
Pablo recalca la riqueza y esperanza de nuestra vocación, mencionando el hecho de que
estamos en la heredad de Dios y que poseemos su gran poder para vivir y esto se
ha establecido mediante la resurrección de Cristo y su autoridad sobre la
iglesia. También se menciona que ya hay un solo pueblo, que no hay diferencias
entre judíos y gentiles y esto se demuestra en la edificación del a iglesia que
significa ser conciudadanos de una comunidad y parte de la familia de Dios.
Bosquejo.
I.
El Momento de la
adopción.
II.
El Medio de la
adopción.
III.
El Motivo de la
adopción.
I.
El momento de la
adopción. (“En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos…”)
El motivo por el cual Dios elige a quienes son salvos
es a causa de su amor. Así como Él escogió a Israel para ser su pueblo especial, solo a causa de su
amor (Dt 7:8).
El amor ágape de la Biblia no es una emoción, sino una disposición del corazón para
procurar el bienestar de los demás y satisfacer sus necesidades. (Jn 15:13) Eso
es justo lo que Jesús hizo a favor de aquellos a quienes Dios había escogido
para ser salvos. En el supremo acto divino de amor, Dios determinó antes de la
fundación del mundo que Él daría a su Hijo unigénito para salvarnos de nuestros
pecados. (Ef 2:4-5).
Él nos amó y nos ama por la eternidad según el puro
afecto de su voluntad.
El resultado de la elección de Dios es que llegamos a
ser adoptados como hijos suyos. EL teólogo Grudem define adopción como la
acción de Dios mediante la cual él nos hace miembros de su familia. En Cristo
nos convertimos en súbditos de su reino, en sus amigos, (Jn 15:15) pero en su
amor nos hace más que esto, nos convierte en sus hijos. Dios en su amor atrae a
los pecadores redimidos al circulo de su propia familia. “ Pues no habéis
recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que
habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! (
Ro 8:15) Abba era una expresión aramea de cariño, algo similar a los términos
familiares; papi o papá. Relacionarnos con Dios como Padre nos muestra que Él
nos ama, nos comprende, que cuida de nuestras necesidades, que nos perdona y
que también nos disciplina (He 12:5-6). Nos da especialmente el don del
Espíritu Santo para consolarnos y capacitarnos para el ministerio y la vida
cristiana.
Las escrituras relacionan al creyente incluso con
Abraham ya que somos hijos de la promesa (Ro 9:7-8). Esta adopción no fue realizada
por completa en el antiguo pacto, y aunque Dios se llamaba a sí mismo Padre del
pueblo de Israel, lo beneficios y privilegios plenos de la membresía de la
familia de Dios, y la completa realización de esa membresía, no tuvo lugar
hasta que Cristo vino y el Espíritu del Hijo de Dios se derramó en nuestros
corazones, y dio testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.
Dios manifiesta nuestra adopción por medio de Su
Espíritu Santo que da testimonio de que somos sus Hijos. Aunque somos ya
adoptados, nuestra adopción culminará cuando Cristo venga para poder recibir as
todos los beneficios y privilegios de esta en nuestros cuerpos redimidos.
La adopción sigue a la conversión y es l respuesta de
Dios a nuestra fe. (Gá 3:26).
Dios manifiesta su verdad de tres modos. Primero, hay
verdades que Él no revela a los seres humanos “las cosas secretas pertenecen a
Jehová nuestro Dios” (Dt 29:29). Estas verdades no son reveladas debido a su
soberanía y sabiduría de nuestro Dios y por las limitaciones de nuestra mente.
Dos, hay verdades que Dios ha elegido revelar. “Porque las cosas invisibles de
él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación
del mundo siendo entendidas y por medio de las cosas hechas.” (Ro 1:19-20) Las
personas a quienes Dios revela su voluntad y plan es a los creyentes a través
de Su Palabra(Sal 25:14 Pr 3:32). Tres,
Dios mantuvo en secreto durante un periodo de tiempo algunas verdades
que al final manifestó en el Nuevo Testamento.
La iglesia es un misterio ahora revelado donde se
sabe que ésta es el cuerpo de Cristo , y no es una organización sino un
organismo vivo compuesto por muchas partes relacionadas entre sí y que dependen
unas de otras.
La causa de la elección es la predestinación de los
creyentes para ser hijos. Habiéndonos predestinado es la traducción de
proorisas “marcados de antemano”. Así que el énfasis de la predestinación está
mas en el qué, que en el quién, ya que el destino predeterminado de los
creyentes es ser adoptados como hijos de Dios con todos los derechos por medio
de Jesucristo, el agente de la adopción. Este termino también se encuentra en
Romanos 8:15, 23, Gá 4:4-7. Donde se entiende que en la adopción una persona entra a la familia y recibe los
mismos derechos de las personas que nacieron en ella. En este contexto parece
que la predestinación precede a la elección; después de que Dios anticipó este
glorioso destino a adoptar a los creyentes dentro de su familia miró a la
humanidad pecaminosa y escogió a los creyentes (Ro 8:30), donde predestinó
precede a llamó, lo que habla de salvación eficaz.
II.
El Medio de la
adopción. (v5. “…por medio de Jesucristo…”).
Cristo es la fuente, espera y garantía de todas y
cada una de las bendiciones y riquezas espirituales que existen, y quienes
están en Él tienen acceso a todo lo que él es y tiene.
En nuestra unión con Jesucristo, Dios nos hace
“coherederos con Cristo” ( Ro 8:17) . Cuando estamos “en Cristo”, Él no se
avergüenza de llamarnos hermanos ( He 2:11), y está dispuesto a hacernos partícipes
de todo lo que Él posee, “una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos”
para nosotros. ( 1 P 1:4).
Ser salvos por medio de la fe en la obra de Cristo,
equivale a tener la vida misma de Dios en nuestras almas en su propio Espíritu
vivificando nuestros espíritus. Nos constituye hijos tal como su único Hijo.
Los creyentes no tienen solo todas las riquezas y bendiciones del Hijo sino
toda la naturaleza del hijo.
III.
El Motivo de la
adopción. (“…según el puro afecto de su voluntad”).
Esta parte de la oración enfatiza que el puro afecto
de su voluntad nos quita a nosotros cualquier merito y enfatiza la gracia de
Dios (Tit 3:5, Ef 2:8-10).
El propósito de nuestra salvación y de nuestra
adopción fue que fuésemos hechos
sus hijos, para alabanza de la gloria de su gracia. Dios escogió y ordenó el
cuerpo por adelantado, antes de la fundación del mundo, con el fin de que
ningún ser humano pudiera jactarse ni recibir gloria para sí mismo. Y para que
toda la gloria fuera para Él. Sabemos que Dios Padre ama a su Hijo; y los
creyentes, al estar en el Hijo, también son objeto del amor de Dios.
Vemos en este pasaje que algunas de las bendiciones
espirituales son el ser predestinados y elegidos por Dios en Cristo, para un
propósito eterno, el de ser
adoptados como hijos suyos donde todos los elegidos sean hijos adultos, en la
familia en la que Cristo es el Primogénito (Ro 8:29).
Conclusión.
Esta epístola esta dirigida a los creyentes que quizá
no hacen uso de los recursos espirituales que les han sido dados. Esta carta
incluso es conocida como; el banco del creyente, la chequera del cristiano , ya
que habla sobre las grandes riquezas, herencias y plenitudes que tienen en
Jesucristo y en su iglesia. Les dice cuales son las cosas que poseen y como
pueden reclamar y disfrutar de sus posesiones. Dice el pastor MaCArthur de esta
epístola que “Los recursos celestiales del Señor son más que adecuados para
cubrir todas nuestras deudas pasadas, todas nuestras obligaciones actuales, y todas
nuestras necesidades futuras, sin que las arcas celestiales se reduzcan en lo
más mínimo”.
Esta es la magnifica provisión que Dios ha hecho en
su gracia para sus hijos. Pablo hace un llamado a todos los creyentes a
alcanzar “la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. (4:13), a ser
llenos del Espíritu” (5:18) y a
ser “llenos de toda la plenitud de Dios”. (3:19).
Vemos que en las Escrituras a la iglesia también se le llama esposa, ( Os 1:2,
3:20, Ap 21:2) familia, (Sal 107:41, Jer 31:3, Ef 2) rebaño, ( IS 40:11, Sal
23, Lc 12:32 Hch 20-28-29) viñedo o ramas de vid, (Is 5:1-7, Jn 15:5).
La iglesia de Cristo es Su cuerpo encarnado
actualmente en la tierra. Esta encarnación externa de Cristo es lo único que el
mundo ve de Él. En consecuencia , la iglesia debería tener la misma plenitud y
estatura que Cristo tuvo cuando ministro en la tierra. Los miembros del cuerpo
de Cristo existen unidos de una manera inseparable en el Señor, y cuando un
miembro deja de funcionar bien, todo el cuerpo se debilita. El cuerpo funciona
mediante el uso de los dones espirituales y el cumplimiento de
responsabilidades sobre la comunión fraternal y el ministerio mutuo. Los
creyentes deberían manifestar amor con santidad. Además de analizar sus vidas,
caminar con Dios, en obediencia y haciendo uso de los dones que les han sido
dados para edificación de la propia iglesia. Este capítulo no solo nos enseña
todos los privilegios y beneficios que nos han sido dados sino de la mano nos
muestran todas las responsabilidades que tenemos como miembros de la familia de
Dios.
Por Melanie Rocha Z.
Gracias Señor por hacernos parte de tu familia.
Bibliografía.
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